De Caracas 1989, a Santiago 2019, La izquierda a contracorriente en Bolivia.

(Paper presented in the Panel “Coup in Bolivia? What Next?”)

Latin American Studies Program & Liu Institute for Global Issues

La salida inesperada de Evo Morales de Bolivia encapsula todo un momento constitutivo en la región. Los vientos de transición soplan y se arremolinan en sitios de choque. Argumento que estamos observando el resurgimiento de una marea rosa tal vez version 2.0. Esta fue canalizada con la elección de AMLO en Mexico, la victoria del kirchnerismo en Argentina pero en países como Ecuador, Chile y ahora Bolivia las temporalidades son otras y los vientos también son otros.

 Pero como la política es el símbolo de la ironía, la sorpresa, vamos a enumerar paradojas y contradicciones para dibujar un horizonte donde poder entender lo que pasa en Bolivia hoy día. Como primera ironía México y Colombia siempre rezagados en las carreras y tendencias políticas que sacuden el sur ahora apuntan a giros progresivos desde las formas de las democracias liberales: la electoralidad, el proceso, etc. 

En Ecuador y Chile por su parte la gente ha decidido tomar el espacio publico y omitir el paso electoral y todas sus formas y su aura de legitimidad. Allí, verdaderas multitudes se han formado, ciegas, desorientadas pero audaces y bellas desafiando la comodificación de la vida y rompiendo cualquier metáfora frágil que haya enfrascado la represión de los afectos por tantos años: el oasis se ha secado.

Hace 30 años el Caracazo sacudió la fundación del aparato legal y metafórico que sostenía la democracia mas estable de Sur América: tal como en Chile hace un mes, un flujo de cuerpos, una multitud acéfala, asaltaron la rutina y la lógica del neoliberalismo de Carlos Andrés Pérez en ese caso liberando un reguero de afectos que habían sido embotellados y producidos por las mismas fuerza a cargo de contenerlos: apetitos, deseos, flujos de afectos desbordaron las estructuras creadas para garantizar el patrón instaurado por el capital.

La estabilidad y represión de los flujos afectivos esta condicionada en su ruptura ocasional e inevitable que libera cuerpos de circuitos tortuosos y la imaginación del culto a la producción y el consumo. El que conoce historia Venezolana no se debió sorprender con lo que sucedió en Chile.

En la cúspide del momento chileno, donde observamos una aplicación de presión avanzada sobre el estado y sus dispositivos se quiebra otra frágil ficción al norte en Bolivia. Allí, un régimen había impuesto desde un momento constitutivo nuevos símbolos, practicas, lealtades y hábitos progresistas, incluyentes, multi- o pluriculturales para resignificar la identidad de una nación siempre fracturada por su naturaleza multicultural o tal vez multisocietal acaso.   

Evo trata de forzar la legitimidad de su mandato en un cuarto termino provocando una contra reforma en el sentido literal pero también histórico, en cuanto las fuerzas mas reaccionarias son catapultadas gracias y a pesar de la multitud deforme, abierta y desorientada manipulada por ambos bandos y luego violada y abandonada cuando todo se ha consumido.

Lo que sucede en Bolivia es un devenir incierto todavía, un devenir imperceptible un devenir otro: es decir en este proceso los “átomos son atraídos hacia un ensamblaje con átomos cercanos a través de afinidades en lugar de un propósito organizativo.”[1] Remplacemos átomos por cuerpos y vemos como una estas moléculas se arreglan de nuevas maneras, maneras que habían sido tal vez ensayadas y fantaseadas pero hasta ahora proscritas por el orden constituido del MAS que se ha desmoronado en apenas una semana. Remplacemos átomos por militares y vemos como nuevos patrones organizativos surgen, remplacemos átomos por la policía y vemos como los cuerpos humanos y no parecen abandonar una estructuralidad para formar otra con diferentes puntos de apoyo y con diferentes aristas.  Los cuerpos en la víspera de la salida de Evo se han molecuralizado dejando atrás una formación molar pero buscando y ya formando una nueva molaridad bajo nuevos patrones organizativos de nuevos ensamblajes.

Y para el que sabe algo de la historia de Bolivia estos desprendimientos, deformaciones y nuevas formaciones no son nada nuevo. Ya desde 1952 y antes incluso veíamos como los cambios de una sociedad tan alterada como la boliviana resultaban difícil de leer a los comentaristas de la época. James Dunkerley el mejor lector de historia política boliviana nos recuerda que ese periodo “fue testigo de un estallido de sentimiento popular que es tan integral a la crisis política pero tan difícil de capturar para la ciencia política.”[2] Tal vez la dicotomía entre conocimiento y percepción nos ayude a entender cosas que ni los politólogos nos pueden explicar. El dictamen emitido en 1952 puede repetirse hoy día sin sorprender o confundir a nadie: Las ciencias sociales nos dirán como son las cosas, pero en un ambiente revolucionario como el de Bolivia, lo que importa no es saber cómo son las cosas sino como las ve una sociedad cambiada y cargada de emociones.”[3]

Que si fue o no un golpe ya esta mas allá de la cuestión y poco importa para el análisis. Evo se ha ido, y se ha ido mal, huyendo, llevándose consigo la línea de sucesión y dejando al país en una crisis constitucional que fue creada en parte por él y la soberbia que lo rodea—claro sus opositores también trabajaron mucho para llegar a desbaratar el orden político. Coincido con Rivera Cusicanqui en no caer ni en triunfalismos ni en derrotismos. Con la salida de Evo ni se perdió la democracia y todo lo que construyó el MAS (aunque también destruyó mucho) ni se recuperó la democracia de las garras de un tirano. Fue lo mejor que pudo pasar considerando el empeño de atornillarse al poder de Evo: Fue mejor que devenir en una especie de Maduro andino esquizofrénico, fue mejor que morir como Muammar al-Gaddafi baleado por su propia gente, encarcelado como Lulla en Brasil o desgarrándose la cabeza como el malogrado Alan García.     


[1] Gilles Deleuze and Félix Guattari, A Thousand Plateaus, University of Minnesota Press, 1987, 272

[2] Dunkerley, Rebellion in the Veins: Political Struggle in Bolivia, 1952-1982, Verso Books, 28.

[3] Luis Monguió, “Nationalism and Social Discontent as reflected in Spanish American Literature.” The ANNALS of the American Academy of Political and Social Science. Vol. 334, Issue 1, pp. 63-73. First Published March 1, 1961