Memorias de un Call Center

 

A este trabajo le debo el ver florecillas rosadas flotando en charcos recién formados por la lluvia, el trópico,

Le debo un poema sobre las hojas verdes profundo, mojadas por las gotas prematuras,

Un poema a las ramas deformes y vacías que se balancean,

También innumerables enojos y tedio,

Un fulgor inesperado de verde cálido cuando se abre la puerta y el aire abrazante te penetra,

La imponente silueta del edificio,

Aristas claras que se sobreponen sobre el color rosado del ocaso,

Miles de figuritas: murciélagos diminutos que se escapaban del cuarto de máquinas en la terraza del edificio,

A este trabajo le dejo el cosquilleo y la ligera angustia de lanzarme a una cara bella, leve,

Tardes frías y solitarias, notas al margen de textos, ahora irrecobrables,

La imagen repentina de la vejez y el desasosiego,

El recuerdo de un anciano que trabajaba conmigo, que en los descansos se sentaba sobre la banca, cabeza abajo,

Mirándose las manos, sin imaginarse que el árbol de su costado arroja una sombra bellísima que lo protege; a pedazos.

 

Última semana en Gainesville

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